“Mala sangre”
Arthur Rimbaud
(Charleville, 20 de octubre de 1854 – Marsella, 10 de noviembre de 1891)
"Tengo de mis antepasados galos el ojo azul pálido, el cerebro estrecho y la torpeza en la lucha. Hallo mi vestimenta tan bárbara como la suya. Pero yo no me unto la cabellera con manteca. Los galos eran los desolladores de animales, los quemadores de hierba más ineptos de su tiempo.
De ellos tengo: la idolatría y el amor al sacrilegio; - ¡oh! todos los vicios, cólera, lujuria- magnífica, la lujuria; -en especial, mentira y pereza.
Me espantan todos los oficios. Maestros y obreros, todos campesinos, innobles. La mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado.- ¡Qué siglo de manos! - Nunca tendré mi mano. Luego, la domesticidad conduce demasiado lejos. La honradez de la mendicidad me desconsuela. Los criminales repugnan como castrados: yo estoy intacto, y me da lo mismo. Pero, ¿quién me hizo tan pérfida la lengua, que hasta aquí haya guiado, salvaguardándola, mi pereza? Sin servirme para vivir ni siquiera del cuerpo, y más ocioso que el sapo, he vivido por todas partes. No hay familia de Europa que yo no conozca.
- Me refiero a familias como la mía, que se lo deben todo a la Declaración de Derechos del Hombre.
– ¡He conocido a todos los niños bien!
¡Si tuviese yo antecedentes en un punto cualquiera de la historia de Francia!
Pero no, nada.
Me es evidentísimo que siempre he sido de raza inferior. No logro comprender la rebeldía. Mi raza nunca se levantó más que para el pillaje: así los lobos con el animal que no mataron ellos.
Recuerdo la historia de la Francia hija primogénita de la Iglesia. Habría hecho, villano, el viaje a tierra santa; tengo en la cabeza caminos por las llanuras suabas, vistas de Bizancio, murallas de Solima; el culto de María, el enternecimiento por el crucificado, se despiertan en mí entre mil hechicerías profanas. - Estoy sentado, leproso, en los cacharros rotos y las ortigas, al pie de un muro roído por el sol.- Más tarde, reitre, habría vivaqueado bajo las noches de Alemania. ¡Ah! Algo más: bailo el aquelarre en un rojo calvero, con viejas y con niños..."
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