"En un hotel"
En un hotel de mala muerte
puede ocurrir un milagro.
Puede un poeta un gran poeta
tomar a Beatriz del talle
pagar una módica suma por un cuarto
subir los escalones respirar muy hondo
entrar al cielo.
En un hotel de mala muerte
puede ocurrir un milagro.
Puede un poeta un gran poeta
tomar a Beatriz del talle
pagar una módica suma por un cuarto
subir los escalones respirar muy hondo
entrar al cielo.
En un hotel de mala muerte
pueden Dante y Beatriz
destruir a dentelladas el amor platónico
pueden llenarse de insectos azulísimos los ojos
salir a cazar tacto salvaje
y sentir la noche oscura del cuerpo
incendiada de cocuyos.
pueden hacer a un lado la historia los tercetos el cristianismo
pueden verse provocativamente
correr a toda velocidad hacia sus manos
lanzarse al precipicio de la cama.
pueden Dante y Beatriz
destruir a dentelladas el amor platónico
pueden llenarse de insectos azulísimos los ojos
salir a cazar tacto salvaje
y sentir la noche oscura del cuerpo
incendiada de cocuyos.
pueden hacer a un lado la historia los tercetos el cristianismo
pueden verse provocativamente
correr a toda velocidad hacia sus manos
lanzarse al precipicio de la cama.
En la silla la ropa descarnada de los dos se confunde.
Las mangas de la camisa
rozan lujuriosas el corpiño y la medias.
La camiseta enredada en las bragas
alcanza una alta cifra de excitación
y en los pantalones que cabalgan en las faldas
es posible escuchar
los jadeos de la tela.
Beatriz siente de pronto en la epidermis
en el cuello en las piernas en la corteza cerebral
que a la vuelta de la sábana
tropieza con Ulises.
Que el beso incandescente
que le inflama los bordes del asombro
la convierten en Elena o Deyanira.
Que la eyaculación galáctica proviene de Hércules.
Que ella es Dulcinea
o que él es Quetzalcóatl
o que ambos o que ninguno
o que todos
están en esta cama
viviendo y encarnando a los amores
terrenales
de Dante y de Beatriz
que en un hotel de mala muerte
pudieron
Tras pagar una módica suma por un cuarto
subir los escalones
respirar muy hondo
y entrar al cielo.
(Del libro “Confidencias de un Árbol”)
Las mangas de la camisa
rozan lujuriosas el corpiño y la medias.
La camiseta enredada en las bragas
alcanza una alta cifra de excitación
y en los pantalones que cabalgan en las faldas
es posible escuchar
los jadeos de la tela.
Beatriz siente de pronto en la epidermis
en el cuello en las piernas en la corteza cerebral
que a la vuelta de la sábana
tropieza con Ulises.
Que el beso incandescente
que le inflama los bordes del asombro
la convierten en Elena o Deyanira.
Que la eyaculación galáctica proviene de Hércules.
Que ella es Dulcinea
o que él es Quetzalcóatl
o que ambos o que ninguno
o que todos
están en esta cama
viviendo y encarnando a los amores
terrenales
de Dante y de Beatriz
que en un hotel de mala muerte
pudieron
Tras pagar una módica suma por un cuarto
subir los escalones
respirar muy hondo
y entrar al cielo.
(Del libro “Confidencias de un Árbol”)
http://www.enriquegonzalezrojo.com/
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